Los argentinos se ilusionan con la venta de servicios al exterior. ¿Es posible?
Si bien en los últimos años, crear y sostener un proyecto propio se volvió una tendencia ineludible y la idea de ser "tu propio jefe" parece no tener reveses. A pocos días de la asunción de Javier Milei como Presidente de los argentinos, los emprendedores se ilusionan con la venta de servicios y productos al extranjero para obtener dólares y tener una mejor calidad de vida.
Sin embargo, antes de pensar en exportar, hay que saber que quienes lo logran es porque tienen ofertas de calidad, que aportan valor al extranjero y que, por supuesto, son más económicas que las de su propio país.
Quienes vivimos en Argentina sabemos que el panorama que viene va a ser duro -no es algo que diga yo, lo dijo el presidente al momento de asumir su mandato- y, si hay algo de lo que los argentinos sabemos es, justamente, de momentos difíciles.
No quiero usar la palabra "resiliencia" porque tengo un especial sentimiento de rechazo hacia ese término en particular. Sin embargo, creo que mis compatriotas y yo tenemos la posibilidad de resurgir de las cenizas de maneras impensadas. ¿Cómo? Buscando juntos soluciones que nos lleven a todos a un lugar mejor, pensando ideas que nos hagan ganar dinero y resignar lo menos posible la calidad de vida que tenemos.
La mano de obra argentina, dada la cotización del dólar, es barata para el resto del mundo pero hay que analizar las necesidades del mercado, evaluar cómo encajamos con lo que se busca en el mercado internacional y ofrecer servicios de excelencia.
El camino solitario de los emprendedores, tiene un lado B del que poco se habla. Para ser un emprendedor exitoso, no basta con lanzar un proyecto en una red social, hacer algunas publicaciones y esperar que funcione. Hay que tener la perseverancia de sostener el proyecto y atravesar distintos obstáculos que no suelen tener prensa.
A medida que el proyecto comienza a moverse, el emprendedor notará su crecimiento. ¡Qué genial ver el sueño empezar a cumplirse! Pero, claro, negocios chicos, problemas chicos; negocios grandes, problemas grandes. Nadie suele pensar que, a medida que su emprendimiento se desarrolla, comienzan situaciones nuevas a resolver que son desafíos que abarcan desde el manejo de equipos al manejo de situaciones fiscales por los que no había pasado y de los que deberán aprender para seguir creciendo.
Lo importante será capacitarse para tener toda la información posible, aprender a delegar y formar equipos que compartan los mismos valores para sustentar el proyecto de manera sostenida en el tiempo.
Muchos de nosotros nos quedamos sin trabajo alguna vez. Los de más de cuarenta años tienen por lo menos dos o tres crisis vividas y fueron testigos del trueque, de los patacones y de la hiperinflación. Todas situaciones económicas complejas que llenaron de angustia nuestros días.
Pasaron los años y acá estamos de nuevo: buscando la manera de seguir trabajando aunque el panorama sea incierto y dudemos a la hora de armar una propuesta y decidir el valor de los honorarios. "Hay que jugársela", me dijo alguien que ya sabe que el año que viene no tendrá trabajo y empezó a buscar clientes extranjeros para ofrecer servicios. "Es por ahí", le respondí en un guiño.
Si solo miramos los casi 3 millones de km cuadrados de nuestro hermoso territorio, nos estamos perdiendo la posibilidad de ser vistos por los ojos del mundo. Abramos puertas, preguntemos, publiquemos en redes sociales, busquemos propuestas en el exterior y hagamos que nos conozcan para que nos quieran contratar.
Entiendo el momento de angustia, lo comparto por momentos, pero sabemos que ofrecemos servicios de calidad. No nos quedemos en la tristeza y activemos, hablemos con colegas y busquemos nuevos horizontes de manera conjunta. Solo no se salva nadie y una parte de la solución está en nosotros.
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